Las organizaciones de la sociedad civil, ¿clave para la agenda de sostenibilidad?

 

En el año 2015, reconociendo que los Objetivos de Desarrollo del Milenio no habían sido cumplidos en su totalidad, los estados parte de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), refrendaron su compromiso con el desarrollo sostenible global a través de la adopción de la Agenda 2023. Para el cumplimiento de los diecisiete objetivos (ODS) que la componen, los países debían crear o fortalecer sus mecanismos de cooperación internacional para el desarrollo, así como impulsar estrategias nacionales y subnacionales que promovieran el trabajo colaborativo entre actores de los sectores público y privado.

La participación activa en foros e iniciativas multilaterales es uno de los pilares de la política exterior de México, por lo cual, con la creación del Consejo Nacional de la Agenda 2030, a cargo de la Secretaria de Economía, el país reconoció su rol y compromiso para el cumplimiento de esta estrategia global.

No obstante, sería un error afirmar que la creación y el sostenimiento de las estrategias para el cumplimiento de las metas de la Agenda, corresponde únicamente a este nivel de la administración pública, especialmente en América Latina y el Caribe. En la región, 7 de cada 10 personas desconfían de las instituciones, así como, ante las crisis políticas y económicas regionales y mundiales, predomina la incertidumbre[1], frente a este panorama, el rol de la sociedad civil organizada (OSC) es clave para articular el tema de la sostenibilidad de nuevo dentro la agenda pública.

Al concentrarse en sectores que atienden necesidades primarias para el desarrollo, como la educación, salud, vivienda, saneamiento, transporte, nutrición y empleo, las OSC tienen la posibilidad de incidir en el cumplimiento del 72% de los ODS. Aunado a ello, hay que considerar que casi el 50% de las OSC en México participan en actividades de enseñanza e investigación[2], lo que significa que cuentan con capacidades instaladas y experiencia técnica significativa en los sectores anteriormente mencionados, con el potencial para fortalecer las políticas diseñadas para su atención.

Aunque está clara la relevancia que las OSC tienen para la consolidación de las estrategias para el desarrollo sostenible, hoy en día enfrentan una serie de retos derivados de cambios la falta de una visión estratégica de la sostenibilidad que permita a las Secretarías (gobierno), sector privado y las OSC, apostar por un verdadero avance hacia la consolidación de la Agenda 2030. Al respecto, resulta importante proponer algunas reflexiones.

 

Invertir en estrategias de impacto a mediano y largo plazo es invertir en la verdadera sostenibilidad

Uno de los grandes retos a los que las OSC se enfrentan, es la exigencia de resultados rápidos ante problemas verdaderamente complejos. Problemas cuya solución demanda una gran cantidad de recursos que, en la mayoría de los casos, no es posible que provea un solo donante. De esta forma, además de asegurarse que están utilizando la mejor estrategia para atender las causas multidimensionales de la pobreza, brindar opciones de acceso a vivienda asequible, o acercar planes de alimentación a la niñez más vulnerable, -por mencionar algunos ejemplos-, las OSC se enfrentan a la necesidad de rendir cuentas a varios donantes con distintas métricas que cumplir e

indicadores particulares a reportar, generalmente en periodos de tiempo muy cortos como para hablar de impacto social.

Esta tendencia de filantropía “a la carta”, dificulta que las OSC puedan focalizar los recursos económicos, humanos y técnicos necesarios para poder observar y medir una verdadera transformación social, que de ninguna manera se logrará al invertir de forma desarticulada en iniciativas que, por tener un gran alcance, presuntamente atienden a las causas de un problema más complejo. Para hablar de transformación social, se requiere de acciones consientes y diseñadas para ser sostenibles en el tiempo. Para realizar acciones consientes y sostenibles en el tiempo, se requiere de financiamiento consciente y estratégico.

La conciencia y la estrategia solamente llegarán en la medida en la que los sectores público y privado trabajen en la creación de estrategias de impacto social desde un mismo frente, entendiendo que las OSC, más que solo ejecutoras, concentran un nivel de experiencia técnica importante que les brinda la posibilidad de analizar y comprender problemas sociales multicausales complejos. Es este entendimiento, aunado a las capacidades institucionales propias de actores públicos y corporativos, permitirá tomar mejores decisiones sobre cómo, cuando y hasta cuando invertir, procurando la sostenibilidad de las acciones desde el inicio.

Aunado a ello, resulta fundamental que las OSC refrenden su compromiso con la bandera de cambio social que enarbolan, recordando que no es posible lograr un cambio a gran escala en solitario. Resulta importante entonces invertir en la creación de capacidades y alianzas con otras OSC para trabajar de forma coordinada en las distintas etapas o facetas de un problema más complejo. Invertir los recursos, en muchas ocasiones escasos, de forma inteligente, tendrá como consecuencia mayores posibilidades de producir un cambio sistémico. Al final, el todo es mayor que la suma de sus partes.

 

Incluir acciones e indicadores de sostenibilidad en los planes de acción e inversión es tomarse la Agenda 2030 con seriedad

Mientras le reloj sigue avanzando, la temperatura del planeta aumenta y los años antes del 2030 se agotan, el 2023 resulta un año clave para adoptar un verdadero compromiso con las acciones vinculadas con la sostenibilidad en sus distintos ámbitos. Invertir de forma consiente y sostenible servirá de muy poco si no se generan los mecanismos para monitorear que esta inversión se ejecuta de forma adecuada y produce los resultados, y con ello el impacto, para los que estaba pensada.

Es por ello que incluir mecanismos de rendición de cuentas, comunicación de resultados y medición de impacto, orientados a la sostenibilidad, debería convertirse en una constante dentro de los planes de inversión y coinversión entre los sectores público y privado, por no mencionar las iniciativas lideradas por OSC. Esta estrategia permitirá institucionalizar la sostenibilidad, convertirla en una constante, lo que dará como resultado rutas de acción claras y aterrizadas para generar cambios sociales encaminados al cumplimiento de cualquiera de los diecisiete objetivos de desarrollo sostenible. Esto solo será posible al invertir en la creación o el fortalecimiento de las capacidades, tanto del equipo o las instancias que ejecutan el plan de acción, como de las poblaciones beneficiadas con la transformación social.

A manera de conclusión, vale la pena mencionar que la creación de alianzas entre actores es clave para no solo hablar de una agenda de sostenibilidad para América Latina y el Caribe, sino comenzar a operarla. Invertir en la creación de estrategias y capacidades, lideradas por organizaciones especializadas, es clave en el proceso de construcción paulatina de una verdadera agenda de sostenibilidad. Ante este reto, las OSC tiene grandes oportunidades y poco menos de siete años para aprovecharlas.

 

 

Andrea Lona Elorza

Egresada de Lic. en Relaciones Internacionales, generación 2019.

https://www.linkedin.com/in/andrea-lona-elorza-438a23164/

 

[1] CEPAL (2022). Participación activa de la sociedad civil es indispensable para el cumplimiento de la Agenda 2030 en la región. Naciones Unidas: Foro de los países de América Latina y el Caribe sobre el Desarrollo Sostenible. Disponible en: https://foroalc2030.cepal.org/2018/es/noticias/participacion-activa-la-sociedad-civil-es-indispensable-cumplimiento-la-agenda-2030-la

[2] INEGI (2021). Instituciones sin fines de lucro. Consultado el 5 de febrero de 2023. Disponible en: https://www.inegi.org.mx/temas/isfl/

 

Artículos Relacionados